domingo, 7 de septiembre de 2014

A los que vienen.

El mundo de lo humano, más allá de las tempestades, es ese hilo atado a una redondez en un formato cuadrado. Pese a todas las sombras, los rostros, se hallan incluso cuando la oscuridad parece cosquillearle la tranquilidad al alma. Y allí tenemos la salvedad bautizándose a si misma, que fue brindándose su propio cuerpo, su lugar, su forma, dimensión. El universo parece, en el que probablemente sea uno de los mayores misterios al que se haya enfrentado el hombre, haber brotado de la "no existencia". Y desde ese lugar de inconmensurable incógnita, el devenir, nuestro devenir, es cada vez más afilado. El tiempo se mueve hacía delante, el alma, crece en toda dirección. Estamos de alguna forma desbordados. E ignorar es un pecado, y sentir, la más dulce de las virtudes. Pero quien más peca en el mundo del arte, es aquel que se ignora a si mismo. Los ojos en otro lugar, otro plano, tres dimensiones.